viernes, 10 de noviembre de 2017

Los Medios Públicos en la Lupa Cuántica

Frente a las declaraciones del Gerente de los Medios Públicos, Andrés Michelena, es necesario realizar algunas precisiones para entender cuánticamente a la comunicación social. De ellas se desprenden más que certezas, dudas, sobre el manejo actual de los medios públicos y un desconocimiento de la comunicación social. Las expresiones denotan la intencionalidad de confundir, deslegitimar y justificar posibles acciones para desaparecer los medios públicos. 
Se pretende hacer creer que los medios públicos, incautados y  gubernamentales son lo mismo. En este contexto es necesario precisar que son tres figuras distintas, que coexistieron en  los 10 años de Revolución Ciudadana y que sirvieron en el proceso electoral de 2017 para sostener la candidatura de Lenín Moreno.  Durante ese tiempo, estos medios mostraron el otro lado de la realidad, la que no se atrevieron a mostrar los medios privados comerciales-mercantilistas, mismos que abandonaron el rol de informar y comunicar para convertirse en actores políticos e instrumentos ideológicos que arremetieron ferozmente contra del proyecto político vigente en aquel entonces.
Se habla de entender desde los medios a la “verdadera comunicación social que incluya a todos los ciudadanos. Por eso nos propusimos como meta: devolver a los ciudadanos unos medios públicos decentes, comprometidos, con alta credibilidad e independencia administrativa y editorial.” Los medios públicos son un mandato constitucional, que nacieron decentes frente a la necesidad de diversificación y contrastación  de fuentes. Surgen como una demanda popular para hacer efectiva la teoría del peso y el contra peso, y con ello garantizar el derecho a la información y comunicación consagrados en los artículos del 16 al 20 y el 384 de la Constitución.  Tienen 10 años de existencia, es decir, son recientes en relación al origen de la prensa privada, y se pretende juzgar su trayectoria en relación a una visión empresarial de la comunicación. Es necesario decir con claridad que continúan en construcción, marcando distancia de los contenidos mercantilista-comerciales de los medios privados que han hecho de la comunicación una mercancía.
Con frecuencia nos preguntamos, ¿cuál es la verdadera comunicación social? Ni en el proceso formativo académico se ha logrado resolver esta interrogante, porque las verdades absolutas se pusieron en cuestión hace mucho tiempo. En materia de comunicación es adecuado hablar de las  corrientes de  comunicación: funcionalismo, estructuralismo y crítica. Tres formas distintas de entender esta disciplina. Los comunicadores sociales estamos ansiosos por saber qué modelo se adoptará en esta nueva administración o si en efecto se desarrollará una fusión de estas tres corrientes.
Con respecto a la línea editorial, es necesario explicar y dejar claro que depende directamente de quiénes dirigen los medios de comunicación. Vale la pena recordar que estos son instrumentos que no tienen ideología, pero sí adoptan la de quienes los dirigen. En este momento los medios públicos adoptarán la línea editorial de los periodistas que entienden a la comunicación como un monopolio, mercancía, producto que se vende, que ayuda a mantener el estatus quo, como parte del sistema capitalista.
Cómo querer hacer una verdadera comunicación cuando los periodistas de los medios privados rotan en los espacios de los medios públicos, replicando el modelo mercantilista. Ojalá la verdadera comunicación brinde oportunidades a otros colegas para reinventar la programación y los contenidos, y generar una nueva escuela de desarrollo de pensamiento que permita dar vida y reorientar el trabajo desarrollado hasta la fecha.
Por lo acontecido hasta ahora en el gobierno de Lenin Moreno, la verdadera comunicación está muy lejos de llegar, con la designación  de Fernando Larenas como director de diario El Telégrafo, que toda su vida profesional la ha desarrollado en  empresas de comunicación y en medios privados comerciales-mercantilista. Qué decir del Gerente de los Medios Públicos, Andrés Michelena, que en el primer tramo de la campaña electoral (primera vuelta) fue removido porque sus brillantes ideas no lograron colocarse en el imaginario  de la sociedad ecuatoriana. Además, en los pasados 10 años, fue funcionario en el campo de comunicación gubernamental,  a la que, sin embargo, la califica como falsa. Por otro lado, tampoco se lo conoce en el ámbito académico, campo con el cual hace mucha falta que los medios públicos se relacionen para que recuperen su esencia como medios alternativos.
La lucidez, honestidad y transparencia deben regir la vida de todo ser humano. 
Ha quedado demostrado que ni los de antes, ni los de ahora, pueden hablar de estos elementos, porque fueron parte,  o de la “prensa corrupta”, o de la “falsa comunicación de los 10 años de gobierno correísta”.

Autor: El Valor de la Palabra 

jueves, 2 de noviembre de 2017


La ética y la memoria frágil


Las organizaciones sociales, funcionarios, políticos, periodistas y ciudadanos han olvidado dos elementos sustanciales para el desarrollo de los pueblos: la ética, entendida como el deber ser de la especie humana,  que influye en la construcción de una sociedad  más justa, equitativa y solidaria. Por otro lado, se ha creado y difundido una percepción negativa de la política en la opinión pública al vaciarla de contenido y al alejarla  de la  vida cotidiana de los ciudadanos.
Se pretende posicionar en el imaginario colectivo que la política es  sinónimo de corrupción, de deshonestidad; una mala palabra, induciendo al ciudadano a la desidia frente a los asuntos públicos. Se pretende encargar esta práctica exclusivamente a los representantes de elección popular y  a los partidos políticos.
Después de 10 años de democratización de la política, a través de medios, formas, espacios y dimensiones, se ha iniciado el proceso de encargo de los asuntos públicos a un puñado de ambiciosos que persiguen  el poder con el objetivo de precautelar sus intereses personales, a través de estrategias para despolitizar, desmovilizar y manipular a los sujetos sociales recuperados en esta década. Quieren despojar al ciudadano de a pie del arte de tomar decisiones.
Los seres humanos somos sujetos políticos por naturaleza, por lo tanto no podemos mantenernos al margen de lo que ocurre en el país, los asuntos del Estado son responsabilidad de los gobernantes, y más aún de los ciudadanos que se constituyen en el pueblo soberano, en este sentido debemos cumplir con nuestro deber, hacer uso permanente de una democracia participativa y tomarnos el espacio público para hacer uso de nuestra libertad de expresión y pensamiento.
La transformación social es un proceso colectivo que nace con base a  utopías que, a medida que avanza, se convierte en realidades que permiten construir  el país de nuestros sueños. Para que estos procesos sean sostenibles y sustentables en el tiempo y espacio es necesario dotarle de principios transversales al ejercicio político: humildad, integralidad, sinceridad y voluntad, principios propios de nuestra cultura andina, considerados muy poco en la cultura occidental.
Hay que tener humildad para aceptar que en 10 años avanzamos como país, no se trata de Rafael Correa, ni de Alianza PAIS, todo un pueblo mejoró sus condiciones de vida, intentando recuperar la integralidad del ser humano. Hay que cultivar la sinceridad para reconocer que el punto de partida de este nuevo país es la voluntad del pueblo y de un líder que luchó por transformar la realidad. Hay que ser sincero y reconocer que el país quedó enrumbado para alcanzar el desarrollo y la prosperidad. Así mismo hay que tener sinceridad para reconocer que no todo se hizo bien y que aún hay prácticas culturales, sociales y políticas que hay que  desterrar y transformar.
El proyecto en  10 años no logró erradicar la cultura de la queja y de la viveza criolla, dónde el más sabido es el que logra acomodarse,  y donde los que menos aportan a la construcción de una cultura política son los que más se quejan y lloran.
Finalmente hay que tener voluntad para profundizar el proyecto político de transformación social desde una posición crítica y autocrítica, sin desapegarse de los principios y valores  con los que nació, que son de propiedad del pueblo ecuatoriano.

Autor: El Valor de la Palabra