lunes, 10 de febrero de 2020

Espejo insurgente


Eugenio Espejo comunicador insurgente


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Fotografía: Quito Informa

Era el 21 de octubre de 1794 cuando Quito amaneció conmocionada porque en algunas cruces de piedra aparecieron unas banderitas rojas con la inscripción en latín que decía: Salve Cruce Liber Esto. Felicitatem et Gloria Consecunto que traducido al español significa “Al Amparo de la Cruz sed Libres, Conseguid la Gloria y la Felicidad”. 

Las autoridades españolas iniciaron una investigación para descubrir a los autores de dicho acto, al que calificaron de subversivo y las sospechas recayeron sobre Espejo, señaló Leonardo Parrini, periodista,  al presentar su ponencia sobre “Eugenio Espejo comunicador insurgente”, en el conversatorio sobre la “Proyección de los ideales libertarios de Eugenio Espejo”.

Por ello, el 30 de enero de 1795, el presidente de la Real Audiencia de Quito, se presentó en la biblioteca de la cual  Espejo era “encargado y ordenó su detención, procediendo de inmediato a confiscar papeles, libros, folletos, pensamientos borroneados y todo lo que consideró literatura insurgente”,.

Para comprender el significado de la presencia de Eugenio Espejo insurgente en el periodismo ecuatoriano, explicó Parrini,  amerita referirnos al tiempo histórico de su época. El XVIII fue un siglo de crisis y decadencia, una época de severas penurias económicas, de estancamiento manufacturero y agrícola, de cambios drásticos en el panorama demográfico y de una ambivalente incertidumbre en el plano político administrativo.

A este panorama decadente se suma la progresiva secularización de la cultura, la afirmación de identidades colectivas nacionales y el cambio de paradigma que supuso la nueva concepción de la razón humana como principal herramienta para evaluar el mundo. 

Lo suyo fue la experimentación y el raciocinio filosófico. Le inquietaron los clásicos griegos, romanos y franceses. La lectura lo lleva a aprender varios idiomas, francés, latín y griego y su máxima pasión: la literatura. Se graduó de maestro en filosofía. Su pasión insaciable por la lectura le lleva a organizar un archivo y formar una biblioteca en 1792. Fue director de la primera biblioteca pública de Quito, en 1767.

Inicia su actividad periodística escribiendo periódicos a mano. Uno de ellos, “El Nuevo Luciano”, un diálogo imaginario entre dos personajes. Posteriormente, apareció impreso el periódico “Primicias de la Cultura de Quito”, el 5 de enero de 1792, que consta de siete ediciones. 

Espejo sostenía que “la prensa es el depósito del tesoro intelectual” por lo que instaba a reponer “el caudal respectivo o los efectos preciosos de nuestros talentos”. Sobre su rol periodístico afirmaba: “Me he propuesto, pues, escribir siempre cosas útiles y que conduzcan inevitablemente a la educación pública de Quito”. 

El periodismo de Espejo, como más tarde fue el de Montalvo, es expresión pedagógica, una manera de hacer de la palabra escrita un medio de enseñar, de suscitar inquietudes, de despertar rebeldías”.

Con sus  obras maestras: “El Nuevo Luciano de Quito”, “Marco Porcio Catón” y “La  ciencia blancardina” Espejo  perseguía el mejoramiento intelectual de los quiteños.
Su estilo es siempre áspero, de sintaxis difícil, de giros elípticos, de complicada manera de conducir los temas en dos y tres planos’.

Según Leopoldo Benites Vinueza, utilizó los diálogos para construir su discurso penetrante e incisivo, publicado en más de una ocasión solo con pseudónimos, actitud lógica ante las acechanzas del poder.

Espejo fue un pedagogo del periodismo. Persuasivo a veces, vehemente otras, agresivo casi siempre, en todo momento la pluma es para Espejo una manera de doctrinar. Espejo es un hombre del Iluminismo. Un creyente de la Edad de las Luces.

En el campo del periodismo, el principal aporte fue ser el autor intelectual del aparecimiento del primer periódico en el país, Primicias de la Cultura de Quito. Con este no solo inauguró el periodismo, sino, ante todo, el ‘sentido de la quiteñidad’, que no se refiere exclusivamente a la ciudad capital de la Audiencia, sino a todo el país en conformación. Por su trabajo periodístico, Espejo y sus Primicias fueron considerados por las autoridades de la época, como ‘elementos subversivos’.

La importancia del diario Primicias de la Cultura de Quito se encuentra en el hecho de haber sido ideado y escrito como portavoz de una estrategia socio-política-económica-cultural puesta en marcha por la élite del Quito de entonces, y particularmente por Espejo. “Primicias…” quiso ser el órgano de restauración de la Patria que se hallaba sumida en la más absoluta pobreza.

En los siete números de Primicias, Espejo combatía a las inquisiciones, se refería a teorías científicas nuevas. La primera entrega de Primicias señala los problemas de la sociedad y así mismo tratar de buscar una solución. Como suplemento de este primer número, se divulga una carta dirigida a los maestros, “sobre el modo fácil de conducir a los niños al entendimiento de las verdades más importantes”. 

La segunda entrega de Primicias trae un ensayo filosófico sobre los rasgos de la sensibilidad. La tercera entrega tiene una carta escrita desde la máscara de una mujer, Erophilia, en la que señala algunos defectos del ensayo de la sensibilidad, donde se protesta contra “la injusticia del varón respecto a la mujer” y plantea una reflexión precursora de las defensas feministas. En la quinta entrega de Primicias se publica la carta enviada por Antonio Marcos desde Cuenca, al redactor del periódico y, como colaboración la paráfrasis de un salmo.

Espejo, como lo resalta la historiografía ecuatoriana, alentó con su pensamiento una conciencia crítica de su época, cuestionando la situación colonial y a las autoridades del momento.  El pensamiento ilustrado de aquella época influyó en Espejo; él aprendió muy bien la correspondencia que debe existir entre el ‘sujeto’ y el ‘objeto’, entre la verdad y la realidad, que constituye la base de todo conocimiento científico. 

Espejo se apropió bien de este nuevo momento de elaboración teórico-científica propio del siglo de la Ilustración. Dedicó su existencia a esa libertad de pensamiento y expresión, lo cual le valió el destierro, la prisión, la persecución política y hasta la muerte. Fue el costo que pagó un intelectual y político comprometido con su pueblo. Para su tiempo, Eugenio Espejo fue un revolucionario e insurgente ante la injusticia, la discriminación y a desigualdad social.

Redacción: Piedad Escobar

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